jueves, 26 de noviembre de 2015

Sin embargo...



"One never knows the ending. One has to die to know what happnes exactly after death"


Nací en el seno de una familia muy humilde, una de aquellas que apenas podía comer más que arroz y en la que la carne o el pescado era todo un lujo. Pero por azares del destino, Dios, el Universo o quien quiera que guíe nuestras vidas, me dotó con una gran capacidad para el deporte. Si me cuidaba, si entrenaba y ponía todo el esfuerzo del mundo, podía sacar a mi familia de la miseria.

Un día lluvioso, entrenando, resbalé y caí de tal forma que mi pierna se rompió por tres lugares, mi cadera se desencajó y mi carrera deportiva terminó sin haber empezado. Todas nuestras esperanzas, disueltas en lágrimas amargas. Sin embargo, mientras yo caía, mi país entró en guerra con el país vecino. El ejército, como no podía ser de otra forma, vino a mi aldea a reclutar a todos los chicos en condiciones de luchar. Yo no fui uno de ellos y podía gozar viviendo más años.

En aquella guerra murió mucha gente, demasiada, pero a los supervivientes, y en medio de grandes celebraciones, les dieron una cuantiosa remuneración vitalicia. Nosotros seguíamos en la miseria, y los que habían ido a la guerra eran, ahora, pudientes. Sin embargo, una ola de crímenes y robos acabó con sus vidas con nocturnidad y alevosía y su fortuna desapareció. Como yo era pobre, seguí vivo, y entrenando a un equipo deportivo de niños de la aldea.

Nos jugábamos el campeonato infantil y el día señalado, una enfermedad me impidió dirigir  al equipo y me obligó a guardar reposo en mi minúscula casa, lejos de la aldea. De nuevo, mis sueños y alegrías se veían frustrados. Sin embargo, los niños jugaban cuando un temblor partió el campo por la mitad, creando una de las mayores catástrofes naturales que se recuerden.

Viéndome con vida y sin aldea, decidí ir a probar fortuna a la gran ciudad. Hablaban otro idioma, y las posibilidades de encontrar un trabajo que me sustentara menguaban a cada instante. ¡Ya podía haber aprendido todos los idiomas del país! Sin embargo, el equipo de la ciudad fichó a un joven prometedor que solamente hablaba el mismo idioma que yo, así que el club me fichó para ayudarle en los entrenos.

Aquél equipo no levantaba cabeza, a pesar de tener grandes jugadores. Los malos resultados venían uno tras otro. Como siempre, iba a caer a la peor de las situaciones, pues la destitución del técnico era inminente. Sin embargo, cuando se produjo, la única opción para el banquillo fui yo. Y aquí estoy, entrenando a un equipo de primer nivel, comiendo carne y pescado a diario y, por curioso que parezca, teniendo buenos resultados.

Sin embargo, he aprendido que todo puede torcerse para volverse a enderezar. 

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